Cuando un estudiante presenta una dificultad a la hora de aprender alguna asignatura, se podría pensar que dicha materia no es su fuerte.
No obstante, aprender es una tarea compleja, que involucra tanto nuestras capacidades cognitivas como nuestros estados emocionales, y la unión con las creencias que al respecto se establecieron en algún momento de nuestra vida.
Una asignatura percibida como “difícil” puede generar emociones displacenteras hacia ésta, como ansiedad o miedo al fracaso, lo que puede llevar a evitarla. Así, si alguien no estudia o estudia a medias, es poco probable que obtenga buenas calificaciones.
Por su parte las creencias sobre el aprendizaje que tienen los docentes, tenderán a afectar y modelar su forma de enseñar, y, por lo tanto, incidirá en la forma en que sus alumnos aprenden (Tagle Ochoa et al, 2017; Solís, 2015).
Estas creencias son más bien irracionales e implícitas (las personas no suelen saber que las tienen), y los profesores las han aprendido, de cómo les hicieron clases a ellos. Por ejemplo, al decirle a un alumno que “no es bueno” para las matemáticas, porque tiene malos resultados, podría ser traducido por el alumno como “soy malo para las matemáticas”, disminuyendo lasprobabilidades de que intente mejorar sus notas. Si se es “malo” para algo, ¿qué sentido podría tener intentarlo? Seguramente se distraerá en clases y no estudiará, o estudiará muy poco, por lo que seguirá obteniendo bajos resultados. En su interior, se irá afianzando su creencia de que es “malo” para las matemáticas. Aunque llegara a contar con un profesor particular de la materia, esta creencia seguiría influyendo en sus calificaciones al momento de rendir una prueba.
Pareciera ser un círculo vicioso, y sin duda puede llegar a serlo. Es importante recordar entonces, que nadie es ni nace “malo” para algo. Hay personas que aprenden más rápido algunas materias y otras demoran un poco más, pero todas requieren hacer un esfuerzo.
Probablemente, el mayor problema radica en las emociones que genera el/la docente en el/la estudiante, lo que gatilla las conductas evitativas y/o el auto boicot a la hora de estudiar.
Detectando la dificultad, se puede evaluar su contenido emocional, en cuyo caso, una consulta psicológica podría ser la solución. Hay asuntos que no requieren de terapias largas y exhaustivas, sino de instancias para revisar las creencias a la base del aprendizaje del estudiante, para que pueda trabajarlas y decidir libremente si quiere estudiar o no; que no se deje llevar por las emociones displacenteras.
Identificar las creencias que están a la base permite modificarlas, y así romper el círculo vicioso del bajo rendimiento por evitación.
Es importante señalar que a veces un bajo rendimiento académico se debe a dificultades en el aprendizaje, por lo que siempre se debe contar con la evaluación de un profesional.
Francisca Soto H. Psicóloga Noviembre 2019